En el día a día de una persona activa puedes sufrir algún tipo de tropiezo, mal movimiento o un golpe que te provoque una pequeña lesión cotidiana. El vendaje funcional ha sido siempre un remedio efectivo, pero ojo, hay que saber cómo utilizarlo y cómo ponerlo según la zona afectada, pues un vendaje funcional mal utilizado puede dar lugar a un dolor más agudo en el futuro.
El objetivo de este tratamiento es mantener, estabilizar o reforzar una estructura biológica bien definida. Se trata de una técnica de inmovilización de carácter parcial usada para acortar los tiempos de curación sustituyendo así los métodos de inmovilización tradicionales. Su función es la de proteger la estructura afectada en la dirección del movimiento doloroso o patológico. Personas que padecen problemas en la piel, alergias conocidas a adhesivos o cualquier otra patología del estilo no deben utilizar estas vendrás. Normalmente se retira en torno a una semana después de su aplicación, volviendo a la rutina diaria llevada hasta ese momento.
Existen dos tipos de vendajes funcionales. Por un lado tenemos el vendaje funcional terapéutico, que los especialistas utilizan para evitar los efectos secundarios que vienen dados de una lesión de carácter leve o moderado y favorecer así una movilidad funcional mínima. También se suele colocar para disminuir la tensión sobre los tejidos lesionados en una posición de acortamiento, como puede ser un vendaje funcional de esguince de tobillo.
Por otro lado nos encontramos con el vendaje funcional preventivo. En este caso, los fisioterapeutas aplicamos este tipo de apósito para lesiones crónicas, asegurar la estabilidad de la articulación y evitar posiciones o movimientos extremos que puedan dañar los tejidos más débiles. Un vendaje funcional de muñeca o un vendaje funcional de rodilla de carácter preventivo dejaría total libertad a la articulación para moverse con facilidad.
Sin embargo, no se debe abusar de este tipo de tratamiento. Se recomienda en estos casos llevar un cuadro de trabajo de fortalecimiento y readaptación de las zonas afectadas y que estos sean los encargados de darle estabilidad a la articulación.
Llegados a este punto, podemos diferenciar el tipo de venda en cuatro tipos. Existen las vendas activas, que trabajan como un vendaje al uso; vendas de anclaje, ideal para un buen agarre de las vendas activas; apósitos de fijación, para que el vendaje no se despegue de la zona afectada; y por último, de cierre, agrupando los distintos tipos entre sí.
Este tipo de tratamiento es ideal para pequeñas fisuras en huesos largos, si sufres tendinitis, roturas de pequeñas fibras musculares, esguinces de 1er y 2do grado, ortopedia, edemas o derrames…
Como todos los tratamientos de fisioterapia, el mal uso o aplicación de este remedio puede llevar a un diagnóstico mucho peor. Si has tenido una fractura, herida o quemadura de importancia, una lesión sin diagnosticar o una rotura completa cápsuloligamentosa o músculotendinosa y aplicas, por ejemplo, un vendaje funcional en el hombro podría acarrear una lesión crónica con las consecuencias que ello deriva.
En conclusión, el vendaje funcional se ha utilizado desde mucho tiempo atrás, cuando los deportistas acudían a especialistas para aliviar dolores musculares provenientes de la intensidad y esfuerzo de las disciplinas de alto rendimiento. Esta técnica se fue normalizando dentro de la sociedad más urbana, y las clínicas de fisioterapia comenzaron a utilizarlo para evitar así la inmovilización completa de la articulación, suprimiendo así efectos secundarios adheridos a tener durante varias semanas una zona del cuerpo completamente desactivada.
Con el paso del tiempo, la tecnología y la investigación ayudaron a crear diferentes tipos de vendaje, a nivel terapéutico para disminuir síntomas de una lesión concreta, prevenir laxitudes ligamentosas, readaptación y educación de lesiones repetitivas, control y reducción de edemas y muchos otros síntomas. Además, la evolución de esta disciplina permitió utilizarla de forma preventiva, utilizados antes de que ocurra una lesión. Podemos ver en muchas ocasiones como los profesionales del deporte utilizan un vendaje funcional en el gemelo para evitar una posible dolencia mayor una vez finalizado el esfuerzo físico.
Esta herramienta debe aplicarla siempre un fisioterapeuta. El paciente debe saber que su correcta aplicación le permitirá reducir los tiempos de recuperación de forma evidente, mientras que una aplicación de manos de una persona no experta podría alargar significativamente el proceso de recuperación.